martes, 17 de noviembre de 2015

Día 11 del desafío


DÍA 11: EL AMOR VALORA

Así también deben amar los maridos a sus mujeres, como a sus propios cuerpos. (Efesios 5:28)

Considera estas dos situaciones.

Un  hombre  posee  un  auto  viejo  que  comienza  a  tener  problemas serios,  así  que  lo  lleva  al  mecánico.  Luego  de  una  evaluación,  le dicen  que  necesitará  una  puesta  a  punto  completa,  lo  cual  es demasiado  para  su  presupuesto  limitado.  Debido  a  las  costosas reparaciones,  el  hombre  decide  deshacerse  del  auto  y  gastar  su dinero en un nuevo vehículo.

Parece razonable, ¿no es así?

Otro  hombre,  un  ingeniero,  tiene  un  accidente  y una  máquina  le aplasta  la  mano.  Corre  al  hospital,  le  sacan  una  radiografía  y descubre  que  se  le  han  roto  varios  huesos.  Aunque  se  siente frustrado  y  dolorido,  usa  de  buena  gana  sus  ahorros  para  que  lo traten,  le  coloquen  un  yeso  y  luego,  con  esmero  cuida la  mano durante los meses siguientes hasta que se restaura. Es probable que esto también te parezca razonable. El problema en nuestra cultura es  que  al  matrimonio  a  menudo  se  lo  trata  como  en  la  primera situación. Cuando hay problemas de relación, te animan a cambiar a  tu  cónyuge  por  un  "modelo  más  nuevo".  Sin  embargo,  los  que tienen  esta  visión  no  comprenden  el  lazo  importante  que  existe entre  el  esposo  y  la  esposa.  La  verdad  es  que  el  matrimonio  se parece más a la segunda situación. Forman parte el uno del otro. Si te lastimaras la mano, nunca te la cortarías, sino que pagarías todo lo  que  estuviera  a  tu  alcance  para  obtener  el  mejor  tratamiento médico  posible porque tu mano  es invalorable para ti. Es parte de ti.

Tu  pareja  también.  El  matrimonio  es  un  misterio  hermoso  creado por Dios,  en  el  que  se  unen  dos  vidas  en  una.  No  solo  sucede  a nivel físico sino también a nivel espiritual y emocional. Comienzan compartiendo  la  misma  casa,  la  misma  cama  y  el  mismo  apellido. Su identidad como individuos se une. Cuando tu cónyuge atraviesa una tragedia, los dos la sienten. Cuando tienes éxito en tu trabajo, los   dos   se   alegran;   pero   en   algún   momento   del   camino,   te desilusionas y se instala la realidad aleccionadora de que te casaste con una persona imperfecta.

Sin  embargo,  tu  cónyuge  sigue  formando  parte  de  ti  y  esto  no cambia. Efesios 5:28-29 dice: "Así también deben amar los maridos a sus mujeres, como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida".

Este versículo les habla a los esposos, pero fíjate cómo se describe a cada miembro. Se considera a los dos como la misma carne. Debes tratar  a  tu  cónyuge  con  el  mismo  cuidado  y  amor  con  el  que  te tratas  a  ti  mismo.  Cuando  le  demuestras  amor  a  tu  cónyuge, también te demuestras amor a ti mismo.

Sin  embargo,  esta  moneda  tiene  dos  caras.  Cuando  maltratas  a  tu pareja, también te maltratas a ti mismo. Piénsalo. Ahora, sus vidas están  entretejidas.  Tu  cónyuge  no  puede  experimentar  alegría  o dolor,  bendición  o  maldición  sin  que  también  te  afecte.  Así  que cuando atacas a tu pareja, es como atacar a tu propio cuerpo.

Es  hora  de  permitir  que  el  amor  cambie  tu  forma  de  pensar.  Es hora  de  entender  que  tu  cónyuge  forma  parte  de  ti  de  la  misma manera  que  tu  mano,  tu  ojo  o  tu  corazón.  Tu  esposa  también necesita que la amen y la valoren. Y si hay algo que le cause dolor o frustración,  deberías  preocuparte  por  estas  con  el  mismo  amor  y cuidado  con  el  que  tratarías  una  herida  del  cuerpo.  Si  tu  esposo tiene  alguna  herida,  deberías  considerarte  un  instrumento  que ayude a traer sanidad a su vida.

Con esta perspectiva, reflexiona en cómo tratas el cuerpo  físico  de tu  cónyuge.  ¿Lo  valoras  como  el  tuyo?  ¿Lo  tratas  con  respeto  y ternura?  ¿Te  deleitas  en tu cónyuge  tal  cual  es?  ¿O  acaso  lo  haces sentir tonto y avergonzado? De la misma manera en la que atesoras tus ojos, tus manos y tus pies, deberías atesorar a tu cónyuge como un regalo invalorable. 

No  dejes  que  la  cultura  que  te  rodea  determine  el  valor  de tu matrimonio.   Compararlo   con   algo   que   puede   descartarse   o reemplazarse    es    deshonrar    el    propósito    de Dios para    el matrimonio.   Sería   como   amputarse   un   miembro.   En   cambio, debería  ser  una  imagen  de  amor  entre  dos  personas  imperfectas que eligen amarse mutuamente sin importar lo que suceda.

Cada  vez  que  un  hombre  mira  a  su  esposa  a  los  ojos,  debería recordar que el que ama a su esposa se ama a sí mismo. Y la mujer debería recordar que cuando ama a su esposo, también se da amor y honra a sí misma. 

Cuando  miras a  tu  cónyuge,  lo  que  ves  es  parte  de  ti.  Así  que trátalo bien. Habla bien de él. Aprecia y valora al amor de tu vida.

El desafío de hoy

¿Qué necesidad de tu cónyuge podrías satisfacer hoy? ¿Puedes hacer  un  recado?  ¿Quizá  darle  un  masaje  en  la  espalda  o  en los  pies?  ¿Podrías  ayudar  con  las  tareas  de  la  casa?  Elige  un gesto que diga: "te valoro" y hazlo con una sonrisa.

__Haz una marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy.¿Qué   elegiste   para   demostrar   que   valoras   a   tu   pareja?   ¿Qué aprendiste de esta experiencia?

Y dirigiéndose a él, Jesús le dijo: ¿Qué deseas que haga por ti? (Marcos 10:51)

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