martes, 17 de noviembre de 2015

Día 10 del Desafío

DÍA 10: EL AMOR ES INCONDICIONAL

"Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros." (Romanos 5:8)

Si alguien te preguntara: “¿Por qué amas a tu esposa?”o “¿Por qué amas a tu esposo?”, ¿qué dirías?

La  mayoría  de  los  hombres  mencionarían  la  belleza  de  su  esposa, su  sentido  del  humor,  su  bondad,  su  fortaleza  interna.  Quizá, hablarían de su capacidad para cocinar, su don para decorar o de lo buena madre que es.

Probablemente, las mujeres dirían algo sobre lo atractivo que es su esposo o sobre su personalidad. Lo elogiarían por su firmeza y por su  carácter  estable.  Dirían  que  lo  aman  porque  siempre  está  allí cuando lo necesitan. Es generoso. Es servicial.

¿Pero qué sucedería si con el correr de los años, tu cónyuge dejara de  ser  todas  estas  cosas?  ¿Seguirías  amándolo?  En  función  de  lo que contestaste antes, la única respuesta lógica sería “no”. Si todas las  razones  por  las  que  amas  a  tu  cónyuge  tienen  que  ver  con  sus cualidades (y luego esas mismas cualidades desaparecen de repente o con el tiempo) el fundamento de tu amor se esfuma.

El amor sólo puede durar toda la vida si es incondicional. La verdad es  la  siguiente:  al  amor  no  lo  define  la  persona  amada  sino  la  que decide amar.

La  Biblia  se  refiere  a  esta clase  de  amor  con  el  uso  de  la  palabra griega ágape.

Es distinto de las otras clases de amor: fileos (la amistad) y eros (el amor sexual). Por supuesto, tanto la amistad como  el sexo ocupan un lugar importante en el matrimonio y forman una parte esencial del hogar e construyen juntos como esposo y esposa. No obstante, si  tu  matrimonio  depende  por  completo  de  tener  intereses  en común o de disfrutar de una vida sexual saludable, los cimientos de tu relación son inestables.

El  fileos  y  el  eros  son  más  receptivos  por  naturaleza  y  pueden fluctuar  según  los  sentimientos.  Por  otro  lado,  el  amor  ágape  es desinteresado  e  incondicional.  Así  que  a  menos  que  esta  clase  de amor  constituya  el  cimiento  de  tu  matrimonio,  el  desgaste  del tiempo  lo  destruirá.  El  amor  ágape  es  un  amor  que  se  manifiesta “en   la   salud   y   la   enfermedad”, “en   la   prosperidad   y   en   la adversidad”,  en  buenos  y  malos  momentos.  Es  la  única clase  de amor verdadero.

Esto se debe a que es la clase de amor que Dios tiene. No nos ama porque  lo  merezcamos  sino porque  El  es  amoroso.  La  Biblia  dice: “En  esto  consiste  el  amor:  no  en  que  nosotros  hayamos  amado  a Dios,  sino  en  que  Él  nos  amó  a  nosotros  y  envió  a  su  Hijo  como propiciación por nuestros pecados”(1 Juan 4:10). Si Él quisiera que probáramos   ser  dignos   de su   amor,   fracasaríamos  de  manera lamentable.  Sin  embargo,  el  amor  de Dioses  una  elección  que toma por su cuenta. Es algo que recibimos de su parte y que luego transmitimos  a  los  demás. “Nosotros  amamos,  porque  Él  nos  amó primero”(1 Juan 4:19).

Si un hombre le dice a su esposa: “Ya no estoy enamorado de ti”, lo que  en  realidad  está  diciendo  es: “Para  empezar,  nunca  te  amé  en forma   incondicional”. Su   amor  se   apoyaba   en   sentimientos   o circunstancias en lugar del compromiso. Es el resultado de edificar un matrimonio sobre el amor/íleos o eros. Los cimientos deben ser más  profundos  que  una  simple  amistad  o  la  atracción  sexual. El amor incondicional, el amor ágape, no oscilará con el tiempo ni las circunstancias.

Sin embargo, no quiere decir que el amor que haya comenzado por razones  erróneas  no  pueda  ser  restaurado  y  redimido.  Es  más, cuando reconstruyes tu matrimonio con el ágape como fundamento,  los  aspectos  de  amistad  y  romance  de  tu  amor  se vuelven aún más  atractivos  que  nunca.  Cuando  el  disfrute  mutuo como mejores  amigos  y  amantes  tiene  su  fundamento  en  un compromiso  inquebrantable,  experimentas  una  intimidad  que  no puede lograrse de ninguna otra manera. No obstante, a menos que le  permitas  a Dios que  comience  a  cultivar  este  tipo  de  amor dentro   de   ti,   lucharás   y   no   lograrás   alcanzar   esta   clase   de matrimonio.  El  amor  que “todo  lo  sufre,  todo  lo  cree,  todo  lo espera,  todo  lo  soporta”(1  Corintios  13:7)  no  surge  en  nuestro interior.  Sólo  puede  venir  de Dios.  Las  Escrituras  dicen  que “ni  la muerte,  ni  la  vida, ni  ángeles,  ni  principados,  ni  lo  presente,  ni  lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa  creada  nos  podrá  separar  del  amor  de Dios que  es  en  Cristo Jesús  Señor  nuestro”(Romanos  8:38-39).  Es  la  clase  de  amor  que Dios tiene.  Y  por  fortuna  (si  quieres)  puede  transformarse  en  tu clase de amor; pero primero, debes recibirlo y transmitirlo.

Y  cuando  tu  cónyuge  comience  a  vivir  cómodamente  bajo  su sombra,  no  debes  sorprenderte  si  amarlo  te  resulta  más  fácil  que antes,  Ya  no  dirás: “Te  amo  porque...”Ahora,  dirás: “Te  amo  y punto”.

El desafío de hoy 

Haz  algo  fuera  de  lo  común  por  tu  cónyuge:  algo que  pruebe (tanto a ti como a él) que tu amor tiene su fundamento en tu decisión  y  en  nada  más.  Lava  su  automóvil.  Limpia  la  cocina. Compra su postre favorito. Dobla la ropa lavada. Demuéstrale amor  por  la  pura  satisfacción  de  ser  su  compañero  en  el matrimonio.

__Haz una marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy.

En  el  pasado,  ¿tu  amor  ha  estado  basado  en  los  atributos  y  en  la conducta  de  tu  cónyuge  o  en  tu  compromiso?  ¿Cómo  puedes seguir demostrando amor cuando no es recíproco como esperabas?

"Al que confía en el Señor, la misericordia lo rodeará." (Salmo 32:10)

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