martes, 17 de noviembre de 2015

Día 12 del Desafío

DÍA 12: EL AMOR DEJA QUE EL OTRO GANE

No buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás. 
(Filipenses 2:4)

Si te pidieran que nombraras tres áreas en las que tú y tu cónyuge no   concuerdan,   es   probable   que   pudieras   hacerlo   sin   pensar demasiado. Quizá, hasta podrías confeccionar una lista de las diez cuestiones  más  importantes  si  te  dieran  unos  minutos  más.  Y lamentablemente,  a  menos  que  alguien  en  tu  hogar  comience  a ceder  un  poco,  estos  mismos  problemas  seguirán  surgiendo  entre tú y tu pareja.

Por desgracia, la obstinación viene en todos los modelos de esposos y  esposas.  Defender  tus  derechos  y  tus  opiniones  es  una  parte esencial  de  tu  naturaleza  y  tu  modo  de  ser.  Sin  embargo,  es perjudicial  dentro  de  una  relación  matrimonial  y  quita  tiempo  y productividad.  Además,  puede  generar  una  gran  frustración  a  los dos.

En  realidad,  ser  obstinado  no  siempre  es  malo.  Vale  la  pena defender   y   proteger   algunos   asuntos.   Nuestras   prioridades, nuestros   valores   morales   y   la   obediencia   a Dios deberían protegerse   con   gran   esfuerzo.   Sin   embargo,   demasiadas  veces discutimos  por  temas  insignificantes,  como  el  color  de  la  pintura para la pared o la elección de restaurantes.

Por  supuesto,  otras  veces  lo  que  está  en  juego  es  mucho  mayor. Uno  de  ustedes  quiere  más  hijos;  el  otro  no.  Uno  quiere  irse  de vacaciones  con  la  familia  extendida;  el  otro  no.  Uno  cree  que  es hora   de   buscar   ayuda   profesional   para el   matrimonio   o   de participar más en una iglesia, y el otro no.

Aunque quizá estas cuestiones no afloren todos los días, vuelven a salir  a  la  superficie  y  no  terminan  de  desaparecer.  Parece  que nunca  te  acercaras  a  una  solución  o  a  un  acuerdo.  Cada  vez  son más intransigentes.

Solo  hay  una  manera  de  salir  de  puntos  muertos  como  estos,  y  es encontrar  una  palabra  que  sea  lo  opuesto  de  la  obstinación,  una palabra   que   encontramos   antes   cuando   hablábamos   sobre   la amabilidad.  Esa  palabra  es  "disposición".  Se  trata  de  una  actitud  y un   espíritu   de   cooperación   que   deberían   impregnar   nuestras conversaciones.  Se  parece  a  una  palmera  junto  al  océano,  que soporta  los  vientos  más  fuertes  porque  sabe  cómo  doblarse  con gracia.  Y  el  mejor  ejemplo  es  Jesucristo,  como  se  lo  describe  en Filipenses 2. Sigue la evolución de su amor desinteresado...

Como Dios,  tenía  todo  el  derecho  de  negarse  a  transformarse  en hombre  pero  cedió  y  lo  hizo...  porque  estaba  dispuesto.  Tenía derecho a que toda la humanidad lo sirviera pero en cambio, vino a servirnos.   Tenía   derecho   a   vivir   en   paz   y   seguridad,   pero voluntariamente  entregó  su  vida  por  nuestros  pecados.  Incluso accedió  a  soportar  la  tortura  penosa  de  la  cruz.  Amó,  cooperó  y estuvo dispuesto a hacer la voluntad de su Padre en vez de la suya.

En  vistas  de  este  testimonio  increíble,  la  Biblia  nos  instruye  con una  frase  que  resume  todo:  "Haya,  pues,  en  vosotros  esta  actitud que hubo también en Cristo Jesús" (Filipenses 2:5): la actitud de la disposición, la flexibilidad y la sumisión humilde. Significa entregar por  el  bien  de  los  demás  lo  que  tienes  derecho  a  reclamar  para  ti mismo.

Lo único que se necesita para que sus peleas actuales continúen es que  permanezcan  atrincherados  e  inflexibles;  pero  cuando  uno  de ustedes  dice:  "Estoy  dispuesto  a hacer  las  cosas  a  tu  manera  en esto",  la  discusión  se  termina  de  inmediato.  Y  aunque  llevarlo  a cabo quizá te cueste algo de orgullo e incomodidad, has hecho una inversión amorosa y duradera en tu matrimonio.

"Bueno, pero quedaré como un tonto. Perderé la batalla. Perderé el control."  Ya  has  quedado  como  un  tonto  al  ser  cabeza  dura  y negarte a escuchar. Ya perdiste la batalla dándole más importancia al problema que a tu matrimonio y a la valía de tu cónyuge. Quizá ya  hayas  perdido  el  control  emocional  diciéndole  cosas  hirientes que afectan el plano personal. La manera sabia y amorosa de actuar es comenzar por abordar los desacuerdos con la disposición de no insistir  en  que  las  cosas  se  hagan  siempre  a  tu  manera.  No  quiere decir que tu cónyuge siempre tenga la razón o sea el que más sabe del  tema,  sino  que  eliges  considerar  seriamente  su  preferencia como una forma de valorarlo.

El mejor consejo del amor viene de la Biblia, que dice: "la sabiduría que  es  de  lo  alto  es  primeramente  pura,  después  pacífica,  amable, benigna"  (Santiago  3:17).  En  lugar  de  tratar  a  tu  cónyuge como a un enemigo o como alguien de quien protegerse, comienza tratándolo como a tu amigo más íntimo y honrado. Dale valor a sus palabras.

No, no siempre estarán de acuerdo. No tienen por qué ser un calco el uno  del otro. Si lo fueran, uno  de los dos sería innecesario. Dos personas    que    siempre    comparten    las    mismas    opiniones    y perspectivas  carecen  de  equilibrio  y  de  sazón  que  enriquecen  la relación. En cambio, las diferencias entre ustedes están para que se escuchen y aprendan el uno del otro.

¿Estás dispuesto a ser flexible para demostrarle amor a tu cónyuge? ¿O no quieres ceder debido al orgullo? Si a la larga eso no importa (en especial, en la eternidad), entonces deja de lado tus derechos y decide  honrar  a  la  persona  que  amas.  Será  bueno  tanto  para  ti como para tu matrimonio.

El desafío de hoy

Demuestra amor al decidir de buen grado ceder en un área de desacuerdo  entre  tú  y  tu  cónyuge.  Dile  que  pondrás  primero sus preferencias.

__Haz una marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy.¿Qué cuestión elegiste? ¿Qué tuviste que entregar al ceder? ¿Cómo te ayudará esto en el futuro?

"Si es posible, en cuanto de vosotros dependa, estad en paz con todos los hombres." 
(Romanos 12:18)

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