martes, 24 de noviembre de 2015

Día 13 del Desafío

DÍA 13: EL AMOR PELEA LIMPIO

"Si una casa está dividida contra sí misma esa casa no podrá permanecer." 
(Marcos 3:25)

Te  guste  o  no,  el  conflicto  en  el  matrimonio  es  sencillamente inevitable. Cuando se casaron, no solo unieron sus esperanzas y sus sueños sino también sus heridas, sus temores, sus imperfecciones y su bagaje emocional. Desde que desempacaron luego de la luna de miel,    comenzaron    el    verdadero    proceso    de    "desempacarse" mutuamente  y  de  hacer  el  desagradable  descubrimiento  de  cuan pecadores y egoístas pueden ser.

En  poco  tiempo,  tu  pareja  comenzó  a  deslizarse  de  tu  elevado pedestal   y  tú   del   suyo.   La   intimidad   forzosa  del   matrimonio comenzó  a  despojarte  de  tu  fachada  pública  y  a  exponer  tus problemas   privados   y   tus   hábitos   secretos.   Bienvenido   a   la humanidad caída.

Al mismo tiempo, las tormentas de la vida comenzaron a probar y revelar  de  qué  estabas  hecho  en  verdad.  Las  demandas  laborales, los  problemas  de  salud,  las  discusiones  con  los  suegros  y  las necesidades    financieras    estallaron    con    distinta    intensidad, añadiendo  presión  y  calor  a  la  relación.  Esto  crea  un  marco  para que   aparezcan   desacuerdos   entre   ustedes   dos.   Discutieron   y pelearon. Se hirieron. Experimentaron conflictos. Tienen que saber que no están solos.

Todas las parejas atraviesan lo mismo. Es lo habitual. Sin embargo, no todas lo superan.

Así  que  no  creas  que  poner  en  práctica  el  desafío  de  hoy  alejará todos  los  conflictos  de  tu  matrimonio.  En  cambio,  se  trata  de abordar  el  problema  de  una  manera  tal  que  cuando  lo  atraviesen, su relación se vea enriquecida. Los dos. Juntos.

Es  probable  que  el  daño  más  profundo  y  desgarrador  que  puedas hacerle  (o  que  le  hayas  hecho)  a  tu  matrimonio  ocurra  en  pleno conflicto, porque es el momento en el cual tu orgullo es más fuerte. Estás  más  enojado  que  nunca.  Eres  más  egoísta  y  sentencioso  que nunca.  Tus  palabras  contienen  más  veneno  que  nunca.  Tomas  las peores  decisiones.  Si  el  conflicto  desenfrenado  toma  el  control  y ninguno  de  los  dos  pone  el  pie  en  el  freno,  un  matrimonio  puede estar bien el lunes y comenzar a venirse abajo el martes.

Sin  embargo,  el  amor  interviene  y  cambia  las  cosas.  Te  recuerda que tu matrimonio es demasiado valioso como para permitir que se autodestruya, y que el amor por tu cónyuge es más importante que cualquier  asunto  por  el  que estén  peleando.  El  amor  te  ayuda  a instalar airbags y montar barreras de protección en tu relación. Te recuerda que en verdad se puede revertir el conflicto para siempre. Las parejas casadas que aprenden  a resolver sus diferencias suelen tener  más  unidad, más  confianza,  más  intimidad  y  luego  pueden disfrutar de una conexión mucho más profunda.

Pero,  ¿cómo?  La  manera  más  sabia  es  aprender  a  pelear  limpio, estableciendo  reglas  de  juego  saludables.  Si  no  tienen  pautas  para abordar cuestiones problemáticas, no respetarán los límites cuando se caldeen los ánimos.

En esencia, hay dos clases de límites para lidiar con el conflicto: los límites de pareja y los límites personales.

Los límites de pareja son reglas que los dos acuerdan de antemano, reglas  que  se  utilizan  durante  cualquier  pelea  o  altercado.  Si  se violan  estas  reglas,  cualquiera  de  los  dos  tiene  derecho  a  hacerlas respetar,  con  delicadeza,  pero  de  inmediato.  Estas  reglas  podrían incluir:
1. Nunca mencionaremos el divorcio.
2. No traeremos a colación temas del pasado y sin relación.
3. Nunca pelearemos en público ni frente a nuestros hijos.
4.  Nos  tomaremos  un  descanso  si  el  conflicto  alcanza  un  nivel peligroso.
5. Nunca tocaremos al otro para hacerle daño.
6. Nunca nos iremos a dormir enojados.
7. El fracaso no es una opción. Pase lo que pase, lo resolveremos.

Los límites personales son reglas que practicas por tu cuenta. Aquí tienes algunos de los ejemplos más efectivos:
1.  Escucharé  antes  de  hablar.  "Que  cada  uno  sea  pronto  para  oír, tardo para hablar, tardo para la ira" (Santiago 1:19)
2.  Abordaré  mis  propios  problemas  con  franqueza.  "¿Y  por  qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo?" (Mateo 7:3)
3.  Hablaré  con  dulzura  y  no  levantaré  la  voz.  "La  suave  respuesta aparta   el   furor,   mas   la   palabra   hiriente   hace   subir   la   ira" (Proverbios 15:1)

Pelear  limpio  significa  cambiar  de  armas;  disentir  con  dignidad. Como  resultado,  deberías  poder  tender  un  puente  en  lugar  de quemarlo.  Recuerda,  el  amor  no es  una  pelea,  sino  que  siempre vale la pena pelear por él.

El desafío de hoy

Habla  con  tu  cónyuge  con  respecto  a  establecer  reglas  de juego saludables. Si no está listo para esto, entonces anota tus propias     reglas     personales     para     respetar     durante     las discusiones.  Decide   cumplirlas   cuando   vuelva   a   surgir  un desacuerdo.

__Haz una marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy.

Si   tu   cónyuge   participó,   ¿cuál   fue   su   respuesta?   ¿Qué   reglas personales anotaste?

"Tened el mismo sentir unos con otros." (Romanos 12:16)

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