sábado, 5 de diciembre de 2015

Día 17 del Desafío


DÍA 17: EL AMOR CULTIVA LA INTIMIDAD

"EI que perdona la ofensa cultiva el amor, el que insiste en la ofensa divide a los amigos." 
Proverbios 17:9 

Puedes ser unido con un buen amigo que conoces desde la infancia o la universidad. Puedes ser unido con un hermano, con tus padres o con un primo que tenga más o menos tu edad. Sin embargo, nada se  compara  con  la  unidad  que  se  experimenta  entre  un  esposo  y una esposa. El matrimonio es la relación humana más íntima.

Por eso lo necesitamos tanto. Cada uno de nosotros llega a la vida con   un   hambre   innato   por ser   conocido,   amado   y   aceptado. Queremos que las personas sepan nuestro nombre, nos reconozcan cuando nos vean y nos valoren por lo que somos. La posibilidad de compartir  nuestro  hogar  con  alguien  que  nos  conoce  hasta  el detalle más íntimo es parte del profundo placer del matrimonio.

Sin  embargo,  en  esta  gran  bendición  también  yace  su  mayor peligro.  Alguien  que  nos  conoce  a  fondo  puede  amarnos  con  una profundidad  que  jamás  imaginamos  o  puede  herirnos  de  manera tal que nunca nos recuperemos del todo. Es el fuego y el temor del matrimonio.

¿Cuál  de  ellos  experimentas  más  en  tu  hogar  hoy?  ¿Los  secretos que tu cónyuge conoce sobre ti son motivo de vergüenza o motivos para  unirlos  más?  Si  tu  cónyuge  fuera  a  responder  esta  misma pregunta, ¿diría que lo haces sentir seguro o asustado?

Si  el  hogar  no  es  considerado  como  un  lugar  seguro,  los  dos  se verán  tentados  a  buscar  esa  seguridad  en  otra  parte.  Quizá,  te vuelques a otra persona e inicies una relación que coquetee con el adulterio   o   en   última   instancia,   lo   cometa.   Tal   vez   busques consuelo en el trabajo o en pasatiempos fuera de casa, en algo que te proteja, en parte, de la intimidad pero que también te mantenga rodeado de personas que te respeten y te acepten.

Tu pareja no debería sentirse presionada a ser perfecta para recibir tu  aprobación.  No  tendría  que  andar  con  pie  de  plomo  en  donde debiera sentirse en libertad de caminar con soltura. La Biblia dice: "En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor"  (1  Juan  4:18).  En  tu  matrimonio,  debería  de  haber  una atmósfera  de  libertad.  Al  igual  que  Adán  y  Eva  en  el  jardín,  la relación  estrecha  entre  ustedes  debiera  intensificar  su  intimidad. Estar  desnudos  y  no  sentir  vergüenza  (Génesis  2:25)  debería  ser parte  de  la  misma  frase  en  tu  matrimonio:  en el  ámbito  físico  y emocional.

Hay  que  admitir  que  es  un  tema  delicado.  El  matrimonio  ha descargado el bagaje de otra persona sobre tu vida, y el tuyo sobre la vida de esa persona. Es natural sentirse avergonzado de que se le haya revelado tanto sobre ti a alguien más; pero es tu oportunidad para guardar toda esta información privada en el abrazo protector de tu amor, y prometer ser la persona que mejor pueda ayudar a tu cónyuge a manejarla.

Algunos  de  estos  secretos  pueden  necesitar  corrección.  Por  lo tanto,  puedes  ser  un  agente  de  sanidad  y  restauración:  no  con sermones  ni  críticas,  sino  escuchando  con  amor  y  ofreciendo apoyo.

Algunos  de  estos  secretos  solo  necesitan  ser  aceptados.  Son  parte del  carácter  y  la  historia  de  esta  persona.  Y  aunque  quizá  no  sea agradable,  siempre  habrá  que  tratar  estas  cuestiones  con  tacto  y dulzura.

En cualquiera de los dos casos, solo tú ejerces el poder de rechazara tu cónyuge debido a estas cosas o de aceptarlo e invitarlo a pasar, con todos sus defectos. Sabrá que se encuentra en un lugar seguro donde  tiene  la  libertad  de  cometer  errores,  o  se  encerrará  en  sí mismo  y lo  perderás,  quizá  para  siempre.  Amar  bien  a  tu  cónyuge debería ser la labor de tu vida.

Piénsalo  así:  Nadie  te  conoce  mejor  que Dios,  quien  te  hizo.  El autor del  Salmo  139  tenía  razón  cuando  dijo:  "Tú  conoces  mi sentarme    y    mi    levantarme;    desde    lejos    comprendes    mis pensamientos.  Tú  escudriñas  mi  senda  y  mi  descanso,  y  conoces bien  todos  mis  caminos. Aún antes  de  que  haya  palabra  en  mi boca, he aquí, oh Señor, tuya la sabes toda" (Salmo 139:2-4).

Y  sin  embargo, Dios,  quien  conoce  los  secretos  que  escondemos incluso de nosotros mismos, nos ama con una profundidad que no podemos ni comenzar a comprender.

¿Cuánto más deberíamos (como personas imperfectas) extender la mano  a  nuestro  cónyuge  con  gracia  y  comprensión,  aceptándolo por  quien  es  y  asegurándole  que  sus  secretos  están  seguros  con nosotros?

Quizá  esta  sea  un  área  en  la  que  has  fracasado  en  el  pasado.  Si  es así,  no  esperes  que,  de  inmediato,  tu  pareja  te  deje entrar  sin impedimentos  a  su  corazón.  Debes  comenzar  a  reconstruir  la confianza.  A  Jesús  mismo  se  lo  describe  como  el  único  que  no  se entromete  en  la  vida  de  las  personas,  sino  que  permanece  en  la puerta y llama. "Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo" (Apocalipsis 3:20).

Siempre  hace  falta  tiempo  para  que  se  desarrolle  la  realidad  de  la intimidad, en especial, luego de haber sido  puesta en peligro. Hoy mismo  puedes  tomar  el  compromiso  de  restablecerla...  esto  es así para cualquiera que esté dispuesto a aceptar el desafío.

El desafío de hoy

Decide proteger los secretos de tu cónyuge (a menos que sean peligrosos para él o para ti) y ora por él. Habla con tu cónyuge y   decide   demostrar   amor   a   pesar   de   estas   cuestiones. Escúchalo  de  verdad  cuando  te  cuente  pensamientos  y  luchas personales. Haz que se sienta seguro.

__Haz una marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy.

¿Cuánto  te cuesta detenerte y no  decir algo crítico  o  de otro  tipo? ¿Qué aprendiste hoy sobre tu cónyuge al escucharlo?

"Yo soy de mi amado y mi amado es mío." (Cantar de los Cantares 6:3)


No hay comentarios:

Publicar un comentario

me gusta